Monday, March 12, 2012

Sembrando ciencia

“¿Y si publicamos un libro?” Cinco palabras que le dieron comienzo a una de las experiencias más gratificantes de mi vida.

La idea surgió durante una de tantas conversaciones con mis amigos de Ciencia Puerto Rico. Entonces, la meta estaba trazada: publicar el primer libro enfocado en las ciencias y Puerto Rico. Inspirados por el éxito de nuestra colaboración con El Nuevo Día, nos embarcamos en una aventura llamada ¡Ciencia Boricua! Ensayos y anécdotas del científico puertorro.

Cuando hace casi un década me fui de Puerto Rico para entrenarme como científica, lo hice con la meta de regresar y el propósito de utilizar mis experiencias para contribuir al avance de las ciencias en mi terruño.  Mientras aún resido en el exterior, anticipo con mucho entusiasmo el momento de regresar a Puerto Rico. Mas el deseo de fomentar la curiosidad científica entre mis compatriotas es apremiante. 

Hace seis años me crucé con la oportunidad perfecta para calmar esta inquietud: ser parte del equipo voluntario de Ciencia Puerto Rico, una organización sin fines de lucro cuya plataforma virtual sirve de hogar para una vibrante comunidad comprometida con la promoción de las ciencias, la investigación y la educación científica en Puerto Rico.

Mediante una convocatoria, Wilson González Espada, Daniel Colón Ramos y yo invitamos a la comunidad de Ciencia Puerto Rico—que hoy agrupa a más de 5,700 miembros y continua creciendo—a poner su granito de arena en la educación de nuestros niños y nuestro pueblo mediante la redacción de ensayos que ilustraran la ciencia que vemos día a día en Puerto Rico o que explicaran conceptos básicos de la ciencia de una manera culturalmente relevante.



El pasado septiembre de 2011, la respuesta a esta convocatoria quedó evidenciada con tinta y papel. Dentro del marco de la Semana de las Biociencias y en la biblioteca del Ateneo Puertorriqueño, presentamos a ¡Ciencia Boricua!, como parte de la celebración del quinto aniversario de Ciencia Puerto Rico. ¡Qué mejor manera de festejar que regalando conocimiento al país y a los incipientes científicos de nuestro archipiélago!

Entre los asistentes a la presentación se encontraban varios de esos incipientes científicos, estudiantes de la Escuela Juan Ponce de León en el Barrio Juan Domingo de Caparra. Uno de ellos—una jovencita de no más de 12 años—se confesó aficionada a las ciencias y muy ilusionada por el hecho de que iba a conocer varios científicos esa tarde (uno de ellos esta servidora). “¿Por qué te gustan las ciencias?,” le pregunte tratando de contener el hecho de que yo estaba tanto o más entusiasmada de conocerla a ella. “Por que quiero entender el mundo que me rodea,” contestó.

Conmovida, al instante me transporte a mi niñez. Ñangotá tratando de atrapar una avispa a los tres años (para el horror de mi pobre madre, que agraciadamente me detuvo a tiempo). Cazando lombrices pa’ alimentar a las gallinas realengas. Coleccionista de piedras provenientes del patio de mi casa. Criada en un campo que cuajó un interés científico motivado por qué yo también quería entender al mundo y a las personas que me rodeaban.

Recientemente la Fundación Banco Popular le otorgó fondos a Ciencia Puerto Rico para implementar un proyecto piloto—precisamente en la  Escuela Juan Ponce de León— que utiliza el libro ¡Ciencia Boricua! en el salón de clase, como herramienta para contextualizar las ciencias a la realidad puertorriqueña y de esa forma promover el interés científico en las generaciones más jóvenes.

Esta pasada semana recibimos este mensaje de la directora de la escuela:

Ayer estaba en la escuela.  Observe unos estudiantes leyendo en el patio. Me acerco.  Están leyendo el libro de ¡Ciencia Boricua!  (ayer [viernes] no había clases... los maestros tenían reunión... ¡los chicos vinieron a leer a la escuela!) [Les] quería regalar lo que ví.”

Como científica, la emoción de descubrir y contribuir al avance del conocimiento me motivan a diario a enfrentar los retos del quehacer científico. Sin embargo, al final del día, yo soy científica por que quiero beneficiar a mi prójimo; y sobre todo por que quiero ayudar a forjar un futuro mejor para mi Puerto Rico. Cada vez que con renuencia tengo que dejar el suelo patrio para regresar a Estados Unidos, me recuerdo que estoy en el exterior con un propósito y que aún desde acá estoy ayudando a sembrar las semillitas de las ciencia en Puerto Rico, en arroz y habichuelas.

Con este escrito quiero agradecer y reconocer al equipo de Ciencia Puerto Rico, un excepcional grupo de científicos comprometidos con la misión de nuestra organización y sobre todo con Puerto Rico. El ser parte de esta familia y trabajar con ustedes es una de las grandes alegrías de mi vida.


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